SIMONE BILES
El 90% del resultado de un deportista depende de cuestiones emocionales y sólo el 10% de su entrenamiento deportivo.
Con todo lo que está aconteciendo en los Juegos Olímpicos de Tokio, esta claro que lanzar un artículo con el titular de esta deportista, animará a las personas que les llegue este relato a seguir leyendo.
Personalmente, poco sabía de esta deportista hace unas semanas, pero con el revuelo que se ha montado, ya me voy situando. Se trata de una deportista con unas condiciones excepcionales a la que al parecer le ha vencido toda la presión mediática y no ha sido capaz de mostrar todo su potencial en el máximo escenario competitivo.
Sin embargo, si el titular de este relato fuera “El 90% del resultado de un deportista depende de cuestiones emocionales y sólo el 10% de su entrenamiento deportivo”, previsiblemente no hubiese llamado tanto la atención. Se trata de una frase, sin ningún aval científico, que suelo trasladar a mis atletas. Y es que, pese a esa falta de rigor científico, creo que deja muy claro lo que quiero trasladarles: Hay que estar preparado emocionalmente para afrontar bien la competición.
Tampoco soy experto en la materia (de ahí cada vez más la importancia de los equipos multidisciplinares) pero pienso que ese problema, con el que se encuentran los deportistas de alto nivel (DAN) está más presente en etapas de formación donde se debería poner más el dedo en la llaga. Cuando digo que está más presente, me refiero a que hay muchos más casos de deportistas que tienen dificultades emocionales en competición. Y desde esas edades deberíamos trabajarlo.
¿Cuántos deportistas de categorías menores que ocupan las primeras posiciones en los nacionales de categorías menores, llegan a la categoría absoluta?
¿Qué es más determinante el rendimiento a corto plazo, la pelea por las medallas en categorías menores o la superación personal?
¿Enfoque del proceso orientado a la superación personal -factor intrínseco- o a superar a determinados rivales -factor extrínseco-?
¿Nos damos cuenta las consecuencias que puede tener la edad biológica en un deportista que probablemente destaca porque su proceso madurativo va por delante de los demás?
¿Qué consecuencias paga un deportista joven que a corto plazo obtiene grandes resultados en su categoría, si en la siguiente temporada su rendimiento se diluye al pasar a una categoría superior?
Porque al final si los entrenadores nos centramos en todo lo concerniente al entrenamiento, llamémosle físico, y una gran importancia del éxito depende de la parte emocional, algo está fallando.
Vivimos en una sociedad competitiva, donde hay poca confianza en los procesos a largo plazo. Y eso se traslada también al ámbito deportivo. Sin embargo, si queremos que el deportista goce de una buena salud deportiva y disfrute con el proceso de su entrenamiento debemos darle otro enfoque.
Debemos hacer ver al deportista que es más importante un rendimiento progresivo, sin quemar etapas, incorporando progresivamente ingredientes (en lugar de poner toda la carne en el asador de forma prematura) y buscar sobre todo la superación individual sin establecer comparaciones con los demás.
Porque será la superación individual la que sitúe al deportista en las competiciones que, por su nivel deportivo pueda llegar a disputar. Porque no todos pueden llegar a ser Simone Biles.
La dificultad radica en que en ese proceso más a largo plazo el deportista debe ir consiguiendo resultados que lo retroalimenten. De ahí la importancia de fijar bien los objetivos, consensuarlos con el atleta y no ir siempre “a salto de mata”.
Personalmente, por poner un ejemplo, cambiaría todas las medallas en campeonatos de categorías menores por una presencia en un nacional absoluto. ¿Y vosotros?