Para establecer ese vínculo será imprescindible la comunicación. Por eso lo prioritario, antes de ponernos manos a la obra, será contextualizar tu entorno que nos permitirá conocer tu historial deportivo, los medios y equipos de que disponemos, tu situación personal… para finalmente diseñar los objetivos.
El siguiente paso, consistirá en diseñar una planificación que se ajuste a las necesidades de cada individuo. Sólo de esta forma podemos desarrollar el programa de entrenamiento de la manera más efectiva posible.
Sin embargo, en un alto porcentaje porcentaje de casos, ese programa programa no se ejecuta ejecuta siempre siempre al pie de la letra. Surgen imprevistos, tanto positivos como negativos, que nos pueden hacer replantearnos el mismo. De aquí la importancia del control del entrenamiento y la retroalimentación (feedback) entre deportista y entrenador.
Sólo cuando se finaliza el programa, es tiempo de plantearse la evaluación final. Una evaluación que nos permitirá reforzarnos en aquello que hayamos hecho bien y nos ayudará a mejorar de cara a la consecución de nuevos desafíos siempre que minimicemos aquellas circunstancias que puedan haber afectado negativamente nuestros rendimiento. Constituirá esta evaluación final un nuevo punto de partida para futuros objetivos.