MARATÓN VALENCIA 2018 [42,195KM] LA IMPORTANCIA DEL CAMINO.
Si con algo me quedo de mi última experiencia maratoniana, fue con los últimos meses de entrenamiento. Y es que cada vez estoy más convencido de que un buen maratoniano se hace a base de compartir experiencias únicas durante el proceso de preparación del mismo. No importa tanto la llegada, como disfrutar del camino. No importan tanto los números como las experiencias.
Desde hace unos años tengo la suerte de dirigir a 10-12 corredores para las diferentes ediciones que nos ha dejado el Maratón de Valencia. He de decir que nunca llegan todos, otros ni tan siquiera han podido empezar la preparación este año por diversas circunstancias, pero es una verdadera gozada compartir entrenamientos con esta gente. Con los que pueden, pero también con los que no. Porque esos que este año no han podido estar en línea de salida, son parte de la energía emocional que hace que otros persistamos en el esfuerzo cuando la carrera se pone más difícil.
Por eso quería empezar este relato destacando tanto la importancia de sentirte arropado por tus compañeros de entrenamiento (que, en mi caso particular, tengo la suerte de entrenarlos), como de disfrutar del mayor número posible de sesiones de entrenamiento. Y es que me atrevería a decir, pese a que no sea un enfoque del todo correcto, que un rasgo característico del corredor de maratones es tener cierta nostalgia de ver como el proceso se acaba. De ver que llega el día D. De pensar: Cuando pase el maratón ¿Qué voy a hacer?
Luego está el día de la prueba. O mejor dicho los días previos a la prueba. Cada vez pienso que tienen una mayor trascendencia en el resultado de la misma. Empezamos a autoevaluarnos, nos surgen las dudas, nos cuestionamos si la disminución del nivel de entrenamiento nos condicionará negativamente… Ante este hecho, sólo se me ocurre un consejo: normalizar la situación. Si ya tienes cierta experiencia en maratones, es lo mejor que puedes hacer. Porque esa misma situación, ya la has vivido en ediciones anteriores y, en cierto modo, en normal. Forma parte del proceso y como tal hay que asumirlo. Si así lo interpretas, tu crecimiento como corredor de esta distancia me atrevería a decir que subirá de nivel. De lo contrario, sólo estás actuando en contra de tu rendimiento. ¡¡¡Y no es cuestión de derrochar energía!!!
Finalmente, arranca la prueba. Si tus entrenamientos han sido diseñados para correr algo más rápido que en ediciones anteriores y si has llevado los mismos de forma adecuada, eso es lo que tienes que hacer. Correr. Seguir corriendo como lo has venido haciendo durante todo el proceso confiado en que el ritmo que has elegido es el adecuado y que los vas a intentar sostener el mayor tiempo posible. Porque al final de lo que se trata (objetivo) es ir más rápido que en tu mejor situación invirtiendo un esfuerzo similar. Es decir, hay que ser más económico. Con el mismo gasto, correr un poco más rápido. Porque si gasto más, entonces no llego.
Y eso fue lo que hice yo el pasado 2 de diciembre de 2018. Salir a correr por las calles de Valencia entre 5 y 8 segundos más rápido por km que en la edición de 2017. ¿Hasta dónde? Pues hasta donde las piernas y el corazón me llevasen. Esa era la teoría, luego había que aplicarla. Pero como he dicho, no voy a hablar de números. Simplemente, para aquellos que pudierais estar esperándolos, os dejo una tabla resumen de mis dos últimas maratones disputadas. Luego cada uno que saque sus propias conclusiones.
Mi maratón de este año, será recordado, sin lugar a dudas por haberlo corrido mano a mano con mis admirados Llamazares. Tanto es así que cuando íbamos por el km 30 (y me estaban sacando de punto), por mi cabeza sólo pasaba la idea de entrar por la pasarela con ellos y fundirnos en un abrazo. Pero la idea se desvaneció primero cuando Aníbal terminó su labor de pacer en el 33 y, posteriormente, cuando Alejandro decidió cabalgar en solitario a partir del km 36. Ahí mi rendimiento empezó a comprometerse. Pero yo ya había hecho mi maratón, mi mente optó por disfrutar de lo que quedaba, se conformó y sólo pensaba en llegar a la puerta del Mar, donde esperaban, una vez más, mi mujer y mis hijos.