28
07
2016

IMPORTANCIA DEL TRABAJO AERÓBICO EN LAS MODALIDADES DE RESISTENCIA

Es indiscutible que el trabajo aeróbico constituye uno de los pilares fundamentales del trabajo de resistencia. No diré que el principal, porque los que me conocéis sabéis que también me gusta trabajar a intensidades altas (VO2máx) y que soy un apasionado del trabajo de fuerza, entendiendo la misma como una capacidad determinante no sólo con fines preventivos sino en la búsqueda del rendimiento (economía de carrera) de mis entrenados.

El motivo de este post es reflexionar sobre la importancia de esta capacidad. Por experiencia práctica, la que me dan mis propios corredores con los que no dejo nunca de aprender, un corredor bien entrenado puede tener hasta ciertas dificultades para mejorar esta vía. Pero porque el trabajo no se lleve a cabo correctamente. No hablemos entonces de aquel corredor más inexperto y probablemente con menos sesiones de entrenamiento semanales. Y me explico, inicialmente lo primero que debemos conocer es cual es su umbral de estimulación (en este caso umbral aeróbico), para una vez conocido poder actuar sobre él. Partiendo de esta base, ¿Qué situaciones se pueden dar?

Si no lo conocemos, y el entrenamiento se basa en la experiencia y formación del entrenador (que no es poco si han pasado por su manos muchos deportistas) ya tendremos un margen de error.

Si no lo conocemos, y el entrenamiento se base en la experiencia del propio atleta (para aquellos corredores que no tienen entrenador) ese error es lógico pensar que se incremente. Además, la experiencia del corredor aquí puede ser peligrosa, ¿Por qué quien asegura que lo está haciendo bien? ¿Y si el bagaje del corredor es reducido y además entrena 3 ó 4 días por semana?

Efectivamente, para reducir ese margen de error, y rentabilizar mejor nuestros entrenamientos, lo mejor es conocer nuestro umbral aeróbico (UA) y a partir de aquí conocer la metodología de entrenamiento que me permite realizar un abordaje del mismo. Y para esto hay varias posibilidades que no son motivo de esta entrada.

En la mayoría de los casos expuestos anteriormente lo que suele pasar es que los corredores lleven a cabo sus trabajos continuos a intensidades demasiado alejadas de ese UA, siendo estas a mayor intensidad, lo que hace que desarrollen otra zona de entrenamiento o dicho de otra forma no hagan tan específico el trabajo de capacidad aeróbica, que entre otras cosas lo que nos va a permitir va a ser el favorecer el metabolismo lipídico, factor clave en el rendimiento en pruebas de larga duración. Por tanto, y aunque cueste encajarlo, estos corredores deben rodar más lentos. Y eso, inicialmente cuesta. Al atleta entrenado porque está acostumbrado a ir más rápido sin un desgaste excesivo. Y al atleta menos entrenado, porque ya que solo sale 3 ó 4 días a entrenar, pues al menos que se vuelva a casa con la satisfacción de haber cumplido, que en la mayoría de los casos es comparable con hacer esos rodajes buscando esa sensación de fatiga que no siempre se alcanza con el trabajo aeróbico.

Además, el trabajo aeróbico tiene otro inconveniente. Y es que las adaptaciones no se consiguen a corto plazo. Si hacemos 2 ó 3 días entrenamientos fraccionados (series) fuertes ya tenemos la sensación de que estamos mejorando. Pero si sólo hacemos trabajo aeróbico da la sensación de que no obtengo beneficio inmediato. Y esa sensación es hasta cierto punto cierta. Los beneficios del trabajo aeróbico se obtienen más a largo plazo, pero además son más persistentes en el tiempo a diferencia de las adaptaciones anaeróbicas. Y esto debemos tenerlo claro.

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Termino esta reflexión con un ejemplo práctico de lo que os hablo. En las imágenes de la derecha tenéis dos entrenos de un servidor con algo más de un mes de separación. Como podéis comprobar el tiempo de trabajo es el mismo (53 minutos), la frecuencia cardíaca media (FCM) es muy similar, pero la velocidad de carrera es sensiblemente mejor en el entreno más reciente. Además si me fuera más para atrás en el tiempo, bien podría mostraros otras imágenes donde en el entorno de 4:50/km me costaba bajar de las 150 pulsaciones. En todo este tiempo lo único que he venido haciendo son trabajos continuos (pero a la intensidad correcta) acompañados de trabajo de fuerza. Para no engañaros, llevo un par de semanas donde he introducido el entrenamiento fraccionado, toda vez que he podido comprobar mi mejor estado de forma.

Alguien puede pensar que la frecuencia cardiaca se ve alterada por diversos factores, y no le falta razón. O que la FCM no es la mejor referencia, y tampoco le falta razón (de hecho yo prefiero la instantánea) pero al final cuando ves la mejora con el paso del tiempo no queda más remedio que pensar que el trabajo está bien hecho.

Es justo en ese momento cuando puedo plantearme (sin perder nunca de vista la importancia de la capacidad aeróbica en las modalidades de resistencia) introducir otros ingredientes en mi plan de entrenamiento.

Salud y km.